
Esto sucedió hace más de 20 años….
Salí de mi casa con destino a la UNI con la intención de sacarme no menos de 15 en el examen final de Matemáticas IV (Había devorado 11 folletos, 3 libros y mi cuaderno, toda la madrugada, solo). No esperé mucho en el paradero. Llegó la “9” medio vacía. Subí y me senté al lado de la puerta trasera, pagué mi medio pasaje con un billete, y en venganza el cobrador me dio el vuelto con puro sencillo, y calladito le saqué a su progenitora mientras guardaba el vuelto en todos mis bolsillos y botaba un poco por la ventana disimuladamente. Perdió perfección el planchado metafísico de mi pantalón……. Por el “Hogar de la Madre”, sube una señora con su niño en brazos y se coloca astutamente a mi lado, y no me quedó otra alternativa que cederle mi asiento (nadie me aplaudió). Avancé un poco. La “9” ya estaba casi llena y empecé a sentir más calor así que abrí una ventana y en el acto la cierra una agresiva señora “costipada” para no despeinarse…… Al cabo de cinco minutos, en audaz actitud, vuelvo a abrir la ventana, y por esas cosas del destino un globo con agua penetra escandalosamente al ómnibus empapando completamente a la costipada. Me dieron ganas de llorar, pero reí…… Para no aburrirme (en realidad para jamonearme) me pongo a repasar un folleto con el logotipo de la UNI. Herí a varios de la “Garcilazo” y de otros nidos de educación “superior”. De vez en cuando cambiaba de posición para que todos los que viajaban se enterasen que yo estudiaba en la UNI, tratando de poner una cara tremenda de científico….
Algo sucedió en ese instante. A través de la ventana ví a una chiquilla de unos 17 años (que por el aire jaranero que mostraba, deduje que estudiaba en una de esas academias engañamuchachos de la avenida Wilson) dispuesta a subir a mi ómnibus. Comencé a rezarle a todos los Santos que recordaba para que esa costilla llegue a colocarse a mi lado. Asolapadamente me acomodé los rulos y el cuello de mi camisa y desparramé el antiestético sencillo de mis bolsillos……. Arrancó la “9”.
Nerviosamente dirigí la mirada hacia la derecha y ¡Aleluya! Estaba Ella, como ansiaba, a mi ladito (A veces Dios existe….).
Me hice el desinteresado, mas el estrepitoso pum pum de mi bobo, me delataba. Dispuesto a observarla en toda su magnitud, respiré profundo (disimulando ágilmente un suspiro haciéndolo parecer bostezo) y detuve largamente mi mirada en sus ojos (negros, muy negros…..). Al principio mi cara empezó a temblar, después me adormecí, me embelesé: ¡Ella me miraba!. Quise corregir mi cara de tarado de ese momento (ese- nada más) pero no pude…. De pronto da una brusca frenada el ómnibus (que agradecí) y nuestros cuerpos se pegaron (y bajo mi fólder para ocultar algo). No dándole importancia al suceso Ella me pide disculpas en voz baja, yo le dije entre dientes que era un placer….. Pasando “Javier Prado”, la “9” estaba completamente llena (lo que en otras circunstancias era molesto, en ésta, era agradable). Ella seguía a mi lado y yo de vez en cuando inventaba frenadas bruscas (pero no me atrevía a decirle algo … sólo esperaba otro milagro). Creo que Ella ya se había dado cuenta y quiso apresurar la cuestión rozando sus manos con las mías en el pasamanos del asiento. Me quedé estupefacto….. Volví a contemplarla, a pesar que dos señoras se estaban ganado el pase….. Hasta que me desembelesé cuando ví que un señor con maletín hacía lo imposible por acariciar algunas zonas erógenas de mi amada, mas como Ella no decía nada, mi hígado estaba a punto de estallar. Comenzó mi lucha despiadada contra aquel mañoso señor del maletín….. puse mi brazo en toda su cara y pisé su lustrado zapato negro izquierdo, pero nada; entonces lo empujé con mi hombro, y el vivazo “se cayó” sobre mi amada en una rara curva que se inventó haciendo caso omiso a las leyes de la gravitación. Lo miré con una caraza y le mandé las lisuras más fuertes de mi repertorio lingüístico telepáticamente y creo que me las devolvió ya que mi oído izquierdo me empezó a arder. Faltaba una cuadra para llegar a “28 de Julio”, en donde tenía que bajarme para tomar allí la “73”, pero tenía tantas cosas que resolver en el ómnibus, que continué en él.
Para disimular mis celos miré qué hora era, me rasqué la nariz, me saqué cuatro conejos en cada mano, acomodé mis cuadernos, me metí la camisa en el pantalón, silbé, tosí, estornudé, bostecé, volví a ver la hora, insistí en sacarme más conejos (inútil), hice con mi boleto una “V”, gorrié dos artículos de “El Comercio” a un empleado público, me saqué la camisa del pantalón, cambié de mano a mis cuadernos……
Ya en “Paseo Colón”, Ella me pregunta la hora y sin ver mi reloj le dije que eran las cuatro; el señor mañoso del maletín me rectifica: son las tres y cincuentaidos (casi le mando un puñete en el hocico).
Se desocupa el asiento que estaba a mi lado, así que gentilmente le indiqué con la cabeza a mi amada para que se siente, pero me dijo que ya se iba a bajar, entonces se lo cedí al señor mañoso y me contestó lo mismo, entonces me senté yo.
En “Lampa” bajó el enfermo. Ella (que no era tan bonita, pero tenía un no sé qué….) se acerca a mí (¿casual o premeditadamente? ¡torturante duda!) y me puse birolo cuando sentí sus tibias piernas. Me vuelve a preguntar la hora y le susurro: son las tres y cincuentaiocho – ¿qué hora? – repregunta….. y en un arranque de euforia le dije ¡TE AMO! (no me acuerdo si se lo dije verbal o mentalmente, la cuestión es que se lo dije).
Ella se fue. Se bajó en “La Colmena”. La seguí con la mirada a través de la ventana hasta donde mi cuello lo permitía. Pasé un poco de saliva. Discretamente me paso la mano por los ojos. Me acordé del examen de Matemáticas IV y de los 11 folletos, 3 libros y mi cuaderno que había visto todo la madrugada; escuché al cobrador decir “¡último paradero señores!”…
Y a pesar de todo, me volví a perdonar la vida…..
Salí de mi casa con destino a la UNI con la intención de sacarme no menos de 15 en el examen final de Matemáticas IV (Había devorado 11 folletos, 3 libros y mi cuaderno, toda la madrugada, solo). No esperé mucho en el paradero. Llegó la “9” medio vacía. Subí y me senté al lado de la puerta trasera, pagué mi medio pasaje con un billete, y en venganza el cobrador me dio el vuelto con puro sencillo, y calladito le saqué a su progenitora mientras guardaba el vuelto en todos mis bolsillos y botaba un poco por la ventana disimuladamente. Perdió perfección el planchado metafísico de mi pantalón……. Por el “Hogar de la Madre”, sube una señora con su niño en brazos y se coloca astutamente a mi lado, y no me quedó otra alternativa que cederle mi asiento (nadie me aplaudió). Avancé un poco. La “9” ya estaba casi llena y empecé a sentir más calor así que abrí una ventana y en el acto la cierra una agresiva señora “costipada” para no despeinarse…… Al cabo de cinco minutos, en audaz actitud, vuelvo a abrir la ventana, y por esas cosas del destino un globo con agua penetra escandalosamente al ómnibus empapando completamente a la costipada. Me dieron ganas de llorar, pero reí…… Para no aburrirme (en realidad para jamonearme) me pongo a repasar un folleto con el logotipo de la UNI. Herí a varios de la “Garcilazo” y de otros nidos de educación “superior”. De vez en cuando cambiaba de posición para que todos los que viajaban se enterasen que yo estudiaba en la UNI, tratando de poner una cara tremenda de científico….
Algo sucedió en ese instante. A través de la ventana ví a una chiquilla de unos 17 años (que por el aire jaranero que mostraba, deduje que estudiaba en una de esas academias engañamuchachos de la avenida Wilson) dispuesta a subir a mi ómnibus. Comencé a rezarle a todos los Santos que recordaba para que esa costilla llegue a colocarse a mi lado. Asolapadamente me acomodé los rulos y el cuello de mi camisa y desparramé el antiestético sencillo de mis bolsillos……. Arrancó la “9”.
Nerviosamente dirigí la mirada hacia la derecha y ¡Aleluya! Estaba Ella, como ansiaba, a mi ladito (A veces Dios existe….).
Me hice el desinteresado, mas el estrepitoso pum pum de mi bobo, me delataba. Dispuesto a observarla en toda su magnitud, respiré profundo (disimulando ágilmente un suspiro haciéndolo parecer bostezo) y detuve largamente mi mirada en sus ojos (negros, muy negros…..). Al principio mi cara empezó a temblar, después me adormecí, me embelesé: ¡Ella me miraba!. Quise corregir mi cara de tarado de ese momento (ese- nada más) pero no pude…. De pronto da una brusca frenada el ómnibus (que agradecí) y nuestros cuerpos se pegaron (y bajo mi fólder para ocultar algo). No dándole importancia al suceso Ella me pide disculpas en voz baja, yo le dije entre dientes que era un placer….. Pasando “Javier Prado”, la “9” estaba completamente llena (lo que en otras circunstancias era molesto, en ésta, era agradable). Ella seguía a mi lado y yo de vez en cuando inventaba frenadas bruscas (pero no me atrevía a decirle algo … sólo esperaba otro milagro). Creo que Ella ya se había dado cuenta y quiso apresurar la cuestión rozando sus manos con las mías en el pasamanos del asiento. Me quedé estupefacto….. Volví a contemplarla, a pesar que dos señoras se estaban ganado el pase….. Hasta que me desembelesé cuando ví que un señor con maletín hacía lo imposible por acariciar algunas zonas erógenas de mi amada, mas como Ella no decía nada, mi hígado estaba a punto de estallar. Comenzó mi lucha despiadada contra aquel mañoso señor del maletín….. puse mi brazo en toda su cara y pisé su lustrado zapato negro izquierdo, pero nada; entonces lo empujé con mi hombro, y el vivazo “se cayó” sobre mi amada en una rara curva que se inventó haciendo caso omiso a las leyes de la gravitación. Lo miré con una caraza y le mandé las lisuras más fuertes de mi repertorio lingüístico telepáticamente y creo que me las devolvió ya que mi oído izquierdo me empezó a arder. Faltaba una cuadra para llegar a “28 de Julio”, en donde tenía que bajarme para tomar allí la “73”, pero tenía tantas cosas que resolver en el ómnibus, que continué en él.
Para disimular mis celos miré qué hora era, me rasqué la nariz, me saqué cuatro conejos en cada mano, acomodé mis cuadernos, me metí la camisa en el pantalón, silbé, tosí, estornudé, bostecé, volví a ver la hora, insistí en sacarme más conejos (inútil), hice con mi boleto una “V”, gorrié dos artículos de “El Comercio” a un empleado público, me saqué la camisa del pantalón, cambié de mano a mis cuadernos……
Ya en “Paseo Colón”, Ella me pregunta la hora y sin ver mi reloj le dije que eran las cuatro; el señor mañoso del maletín me rectifica: son las tres y cincuentaidos (casi le mando un puñete en el hocico).
Se desocupa el asiento que estaba a mi lado, así que gentilmente le indiqué con la cabeza a mi amada para que se siente, pero me dijo que ya se iba a bajar, entonces se lo cedí al señor mañoso y me contestó lo mismo, entonces me senté yo.
En “Lampa” bajó el enfermo. Ella (que no era tan bonita, pero tenía un no sé qué….) se acerca a mí (¿casual o premeditadamente? ¡torturante duda!) y me puse birolo cuando sentí sus tibias piernas. Me vuelve a preguntar la hora y le susurro: son las tres y cincuentaiocho – ¿qué hora? – repregunta….. y en un arranque de euforia le dije ¡TE AMO! (no me acuerdo si se lo dije verbal o mentalmente, la cuestión es que se lo dije).
Ella se fue. Se bajó en “La Colmena”. La seguí con la mirada a través de la ventana hasta donde mi cuello lo permitía. Pasé un poco de saliva. Discretamente me paso la mano por los ojos. Me acordé del examen de Matemáticas IV y de los 11 folletos, 3 libros y mi cuaderno que había visto todo la madrugada; escuché al cobrador decir “¡último paradero señores!”…
Y a pesar de todo, me volví a perdonar la vida…..
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