Hace unos años mientras estaba
laborando en una empresa comercializadora de equipos electromecánicos y de
servicios técnicos, me animé a postular a un cargo de ingeniero residente en un
hospital. La convocatoria fue publicada en El Comercio y el proceso fue bastante
largo, pues incluía una serie de pruebas psicotécnicas y de personalidad, así
como exámenes de conocimientos sobre ingeniería y mantenimiento, y hasta una
prueba en presencia de un jurado (en un auditorio), y varias entrevistas… De
postulante pasé a ser candidato y luego estuve en la lista corta de
seleccionados, para finalmente ocupar el primer puesto (Los seleccionados
finales seríamos asignados a cargos de jefatura de mantenimiento en diversos
hospitales a nivel nacional).
Estaba muy emocionado, y mis
padres estaban muy orgullosos… pero la más orgullosa era mi esposa, no tanto
por el nuevo sueldo sino por la manera en que había obtenido el empleo.
Cuando ya me habían confirmado el
puesto en la sede central de la entidad de salud, renuncié al cargo que estaba
ocupando, previa conversación con mi jefe, con el que me llevaba muy bien,
entendiendo él que yo buscaba desarrollarme y me deseó lo mejor del mundo, por
lo que en gratitud le dejé un informe de gestión en donde concluía que en vez
de vender artículos como en una gran ferretería sin aparentes vínculos entre
ellos, sería más adecuado articular el mensaje centralizándolo en la potencia:
generar potencia (grupos electrógenos, turbinas), transmitir potencia (cajas de
reducción, variadores de frecuencia, etc.), distribuir potencia (tableros
eléctricos, etc.) …
Bueno, ya seguro con el puesto de
jefe de un equipo de ingenieros en la sede central, recibí la noticia de que el
puesto ya había sido tomado por otro ingeniero, muy bien recomendado
políticamente… Demás está decir que me quedé helado… Reclamé asertivamente a
fin de que enmendaran la situación, pero me dijeron que no era posible, aunque
señalaron que había una vacante de Jefe de Mantenimiento en un hospital
nacional…y me dieron el nombre de la gerente de Logística para que me
entrevistara con ella.
Ese mismo día me dirigí al
mencionado hospital y ya en la oficina administrativa me acerco a la
funcionaria y le comento que venía de parte de la gerencia central de
mantenimiento para una entrevista…y comencé a romper el hielo conversando sobre
temas inocuos y neutrales, pero la señora parecía muy seria y contestaba casi
con monosílabos, hasta que aparece la secretaria, una joven simpática que me
invita a pasar a otra oficina… En esa segunda oficina me di cuenta que la que
yo creía que era la gerente era la secretaria, y viceversa… Y le comenté esto a
la gerente (a la verdadera) y sonrió abiertamente…entendiendo que aquí sí de
verdad había roto el hielo.
Por si acaso, le
alcanzo mi curriculum vitae impreso, y ella lo toma y me comienza a hacer
algunas preguntas que yo contestaba con mucha seguridad y confianza… Al final
de la reunión me indica si tenía alguna pregunta adicional, y le pregunté cuál
era su mayor preocupación en el hospital y me responde que los grupos
electrógenos que habían alquilado para suplir la falta de energía debido a los
apagones constantes en Lima, no estaban completamente operativos… Y, vaya
coincidencia, la empresa que alquilaba los grupos electrógenos era la misma
empresa a la que yo había renunciado semanas antes, así que al toque le dije
que justamente yo conocía al gerente comercial de esa compañía y en ese momento
me animé a llamar a mi ex jefe, y reconoció mi voz y me dijo: “Albertito, yo
sabía que te ibas a arrepentir”, pero un poquito serio le comenté que estaba
laborando como jefe de mantenimiento en el hospital en donde sus equipos estaban
con problemas técnicos…y en el acto me dijo que enviaría a sus técnicos para
solucionar el problema (cosa que hizo realmente ese mismo día).
Creo que impacté
un poquito a la gerente, pues me dijo si estaba disponible … Luego de los
papeleos de rigor, ingresé a laborar al hospital ocupando el puesto de Jefe de
la División de Mantenimiento y Servicios Generales, división que contaba con cuatro
áreas: Dpto. de Equipos Electromecánicos y de Vapor, Dpto. de Equipos
Biomédicos, Dpto. de Servicios Generales, además de la Oficina de Proyectos y Obras.
Realmente me
apasionó el mantenimiento hospitalario y la Ingeniería Biomédica. Y me encantó
el entusiasmo de los integrantes del equipo, orientados siempre a cumplir con
los objetivos de la División (bueno, se llamaba División, aunque le encajaba
mejor el nombre de Multiplicación…).
Nos sentíamos orgullosos
de que cada vez había menos fallas en los equipos, y que las colas de pacientes
en los diversos departamentos médicos, disminuían, y no necesariamente elevando
costos.
Nos dábamos
cuenta que nuestra labor tenía un significado trascendente pues impactaba
positivamente de manera directa en los pacientes. Además, mes a mes nos
preocupábamos de optimizar los indicadores de gestión de mantenimiento y los
costos involucrados, y entregar oportunamente las remodelaciones… y todo esto
en un ambiente de camaradería y con buen sentido del humor cuando a veces (escasas
veces) las cosas no salían bien…
Con el equipo
que lideraba pudimos mejorar la confiabilidad y disponibilidad de los equipos electromecánicos,
térmicos y biomédicos, de 75% al 95%... con la consiguiente elevación del nivel
de satisfacción de los pacientes.
Mi equipo y yo
comprendimos que nuestra misión no era hacer mantenimiento, sino, salvar vidas.